Muchas veces le decimos a otras personas te adoro, sos lo mejor, admiro como sos, quiero ser como vos o un abuelo que dice yo adoro a mis nietos. Pero eso no es adorar, ADORAR es rendir el culto que solo se debe a Dios.
Como
cristianos solo podemos adorar a Dios, que se ha revelado a nosotros como
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La
Palabra de Dios nos dice ‘Venid, adoremos y postrémonos, doblemos la rodilla
ante el Señor nuestro Hacedor’ Salmo 95,6.
El
Catecismo de la Iglesia en los puntos 2096 y 2097 dice Adorar a Dios es
reconocerlo como Dios, como Creador y Salvador, Señor y dueño de todo lo que
existe. Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos la nada de
la criatura que solo existe por Dios
Uno
de los tesoros más preciosos de la vida de la iglesia es la Adoración Eucarística.
A
través de la adoración eucarística crecemos en conocimiento y fidelidad a Dios.
La
adoración eucarística es la oración que se realiza frente al Santísimo
Sacramento cuando se lo expone en la custodia para ello.
Pero
no solo ante el Santísimo Sacramento podemos adorar a Dios, lo podemos hacer en
cualquier momento solo requiere de nosotros disponernos a ello, recordemos que
somos templo de Dios, si estamos en gracia, la Santísima Trinidad habita en
nosotros. Somos Sagrarios vivientes.
En
el testimonio de vida de muchos santos podemos ver que en todo su día estaban
en adoración, ya que todo lo que hacían o les sucedía lo hacían en unión con
Dios. Santa Catalina de Siena nos habla de la celda del alma, imagen de la
búsqueda de Dios y de su unión con El.
Esto
es de gran consuelo y ayuda para buscar a Dios en nuestro interior,especialmente
en esta situación inesperada de pandemia que nos toca vivir en la cual se nos
puede dificultar estar en presencia de Jesús
Eucaristia.Pero podemos visitar al Santísimo en el templo. Cuando entres en la
iglesia y veas la luz parpadeante del Sagrario, piensa que allí esta Jesús
esperándote. Mira a Jesús en el Sagrario y déjate amar por El.
Ante
el Santísimo Sacramento estamos en la presencia de una persona, Jesús, vivo en
cuerpo y alma, cuando por la fe lo comprendemos nuestra vida cambia, empezamos
a gustar estar frente al Señor.
Entendemos
que fue El quien nos invitó a pasar un rato con El, que nosotros aceptamos esa
invitación porque Él antes nos dio la gracia para comprender semejante
misterio.
Cuando
estemos en su presencia dejemos que nos mire, su mirada es como la de un joven
hacia su prometida el día de la boda o la de una madre hacia su hijito recién
nacido, es una mirada de amor, silencio, intimidad.
Esto
es lo que debemos buscar cuando estemos ante la presencia de Jesús Eucaristía. Quizá
al principio no sintamos nada, es mas no lo entenderíamos, pero Él está
derramando gracias en nosotros y esta infinitamente feliz de verte, mucho más
de lo que nosotros podemos estarlo.
Tratemos
de buscar estar en su presencia y Él poco a poco ira cambiando nuestra vida,
nos hará más semejantes a El e iremos en el camino de la santidad que tiene
pensado para nosotros desde toda la eternidad, intenten hacerlo, ojalá les de
la PAZ que tanto necesitamos, siéntense frente al Santísimo Sacramento y
déjense guiar por su Amor.
Pueden
hablarle, cantarle y dejarle allí todas sus preocupaciones, sin duda eso va
hacerlos sentir aliviados y se irán felices de saberse escuchados. Que Jesús
los guie y encuentren allí su Paz.
Área de catequesis: Catequistas Susana Hermida y Mariana Espinaco.
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